No hace falta mucha explicación, me había enojado con un (ex) amigo por su hipocresía, trato con las mujeres y varias otras cosas. Escribí esto en forma de parodia de un texto periodístico.

“El esmalte es una extensión natural de mi libertad de expresión. Igual que no usar preservativo, son prácticas deconstructivas que me hacen sentir más cómodo y mejor conmigo mismo”.
Ya es 2018, hora de aceptar y reconocer el rol de los aliados feministas en la caída del patriarcado. Un ejemplar modelo a seguir en este respecto es Rafael Di Stefano, un joven de 20 años oriundo del barrio de Palermo. En exclusiva, Rafael nos cuenta cómo ataca al poder hegemónico usando esmalte de uñas, pero no preservativos.
“El esmalte es una extensión natural de mi libertad de expresión” nos dice por chat, “Igual que no usar preservativo, son prácticas deconstructivas que me hacen sentir más cómodo y mejor conmigo mismo”.
Rompiendo con valentía los límites de los roles de género, hoy Rafael publicó tres historias en su instagram: dos mostrando un prolijo esmalte verde abortero con glitter, y una a mejores amigos, donde tiene a todas las mujeres de su lista de followers. Allí subió una foto que no podemos reproducir, y llama a sus seguidoras a hablarle por DM para tener sexo sin protección.
“Burlarme de las reglas de esta sociedad patriarcal y capitalista haciendo que mis amigas me pinten las uñas me ayuda a tener la confianza para ir por aquello que realmente deseo, como coger sin forro” dijo Rafael. “Cuando estoy con una chica, si le pregunto si quiere tener relaciones y dice que sí, ni siquiera hablamos del preservativo. Medio que espero que no diga nada y listo.”
“Pero”, explica, “si dice algo, siempre paro y pongo sobre la mesa la posibilidad de que tengamos sexo anal o incluso nada más que oral. Es importante que los aliados escuchemos a las mujeres”.
A pesar de sus esfuerzos por abrir una conversación sobre la deconstrucción de los roles de género, algunas mujeres han expresado cierto descontento con los métodos de Rafael. Ornela, una joven que lo conoció en una fiesta, nos cuenta el otro lado de la historia.
“Se me acercó en una juntada en la casa de una amiga” dijo la joven. “Al ver sus uñas pintadas supuse que tenía una visión progresista y deconstruida del género, y que seguramente me iba a practicar mucho sexo oral. Me equivoqué. Me chupó la concha por 30 segundos y muy mal, como si estuviera queriendo sacar algo de adentro. Le pregunté si tenía preservativos y me contestó que no era su onda. Me fui a mi casa.”
“No volvimos a hablar” añadió Ornela, “pero lo tuve que bloquear de todos lados porque me mandaba constantemente DMs para que fuera a ver tocar a su banda indie”.
Rafael no deja esmerilar su confianza por las críticas, ni tiene tampoco intenciones de dejar de expresar su confuso mensaje a la sociedad.
“Llevo el esmalte como una forma de reivindicar la historia queer” dijo el muchacho, que no sabe qué significa eso. “Los roles de género son cosa del pasado y no falta mucho tiempo para que desaparezcan por completo. Igual que los preservativos.”
“Aparte”, concluyó, “como feminista creo que todas las mujeres tienen el derecho a contraer una E.T.S. Por eso las dejo coger conmigo sin forro, no opongo resistencia al progreso.”
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